¿Es peor fumar que vapear? ¿Qué efectos tiene fumar tabaco o vapear en tu salud bucodental? Te lo contamos.

Fumar es malo. Lo sabemos y nada descubriremos nuevo sobre ello, sin embargo son muchas las personas que fuman y que les resulta muy, muy, muy difícil dejar este hábito. Con él, perjudican su salud en general y el de la boca en particular. Pero, ¿por qué y cómo afecta el tabaco a tu salud bucodental? ¿Es el vapeo menos dañino? En este artículo, desde la Clínica Dental Naturdent de Mario Caicedo, vamos a mostrarte qué ocurre en tu boca cuando el tabaco o el vapeo entra en ella y cómo afecta el fumar o el vapear en tu salud bucodental.

Los efectos del tabaco tradicional en la salud bucodental

Aunque no seas un experto o experta, tenemos la seguridad de que serías capaz de enumerar varios de estos efectos. Se ven a simple vista y son por todos conocidos:

  • Los dientes se amarillean y oscurecen, apareciendo manchas negras en ellos.
  • Los dientes parecen más débiles e incluso se caen.
  • Las encías se debilitan y pierden fuerza y tienen un color más pálido.
  • Y, por supuesto, el aliento es malo, huele a tabaco y la halitosis hace acto de presencia.

Y sí, estas son las consecuencias más visibles del tabaco en nuestra boca, pero ¿por qué se deteriora tanto la boca de las personas fumadoras? Enumeremos de forma más concreta y científica los perniciosos efectos que tiene dejar que en nuestra boca entre el humo del tabaco:

  • Sequedad e irritación de las mucosas de la boca: el tabaco está compuesto por alquitrán, nicotina y sustancias químicas que modifican la mucosa oral.
  • Halitosis: el mal aliento de los fumadores, además de muy característico, es un clásico absolutamente inevitable. La nicotina y el alquitrán, entre otros elementos del tabaco, generan el ambiente perfecto para sufrir una mala higiene bucal y la aparición del mal aliento, ya que modifican las características de la saliva.
  • Pérdida del gusto… y también del olfato: esto conlleva que la persona fumadora no disfrute de la comida. Y, además, también incorpora el efecto rebote que se produce cuando esa misma persona intenta dejar de fumar. Entre la ansiedad que la nueva situación le acarrea y la recuperación del gusto, muchas personas encuentran en la comida su refugio cuando tratan de dejar el tabaco, siendo el aumento de peso una de las temidas consecuencias.
  • Coloración del esmalte: el alquitrán es capaz de penetrar dentro del diente a través de la saliva, hasta llegar  incluso a la dentina. Esto provoca que el color blanco de los dientes pierda fuerza y la gane un tono macilento que amarillea los dientes oscureciéndolos y dando una sensación estética de mayor suciedad. También aparecen pequeñas manchas oscuras en los dientes. La intensidad de las manchas (que pueden llegar a ser negras), dependen del tipo, cantidad de tabaco y años que se fume.
  • Caries: el tabaco también afecta a los dientes produciendo caries, de modo que estas no tardan en poblar nuestra boca. ¿El motivo? El tabaco provoca que se segregue menos saliva y también altera la flora bacteriana. Además, como el tabaco altera el tejido, los dientes quedan más expuestos aumentando el peligro de que se formen caries.
  • Enfermedades periodontales, como la periodontitis o la gingivitis: enfermedades que debilitan las encías y que pueden terminar en la pérdida de hueso y piezas dentales, aunque es posible que comiencen con síntomas más leves, como el enrojecimiento, la inflamación o sangrado de encías.
  • Manchas en las encías: se les llama melanosis y son esas manchas marrones que aparecen en las encías (generalmente en las inferiores), aunque también pueden hacer acto de presencia en el paladar e, incluso, en las mejillas. Es el propio tabaco y alguno de los elementos que lo componen los que estimulan la producción de melanina, afectando el color de las encías.
  • Más posibilidad de contraer infecciones ya que el sistema inmunológico se deteriora: la boca es el lugar en el que combatimos muchos de los elementos agresores que desean entrar en nuestro organismo. Sin embargo, el tabaco disminuye el riesgo sanguíneo y también ataca a nuestras defensas mermándolas, lo que favorece las infecciones.
  • Mayor dificultad en la cicatrización de heridas y regeneración de los tejidos, debido a que el tabaco provoca una limitación del crecimiento de los vasos sanguíneos. Derivada de esta situación, nos encontramos con que los tratamientos dentales, como puede ser, por ejemplo, un implante dental, tienen menor posibilidad de éxito y un mayor riesgo de sufrir complicaciones.
  • Cáncer de boca: es probablemente el peor de los efectos que puede tener el tabaco en nuestra boca, pero es una realidad que, por desgracia, se produce. Y hay motivos fundados para ello. El humo del tabaco cuenta entre sus miles de sustancias, al menos con 69 componentes cancerígenos que entran en contacto con nuestro organismo cada vez que esa persona fuma un cigarro. Una bomba de relojería.

¿Se libran los cigarrillos electrónicos? ¿Vapear es mejor que fumar?

Hace unos años, los cigarrillos electrónicos invadieron nuestra vida. Se alzaron voces de que era más saludable fumar con un cigarrillo electrónico que con un cigarro convencional. Las tiendas de vapeo brotaron en nuestras calles. Ahora, no es tan común ver a gente fumando cigarrillos electrónicos (si bien es cierto que cada vez se ve a menos personas fumar). Sin embargo, todavía existe la creencia de que son menos dañinos que el cigarro de siempre. Si nos centramos en nuestra boca… ¿lo son? La OMS lo tiene claro y alerta de sus efectos negativos.

Vapear implica cambiar el humo del tabaco por el vapor que produce calentar el líquido que contenga el vapeador y aquellos compuestos químicos que hayamos añadido al agua. Si bien es cierto que es un modo de dejar de inhalar alquitrán o monóxido de carbono, también es real que inhalamos otros compuestos químicos (nicotina, glicerina, saborizantes, propilenglicol…) no exentos de riesgos.  De hecho, muchos de esos riesgos nos van a sonar mucho… Aquí te mostramos algunos de los efectos de vapear:

  • Sequedad bucal e irritación general: los vapeadores también tienen nicotina, aunque en menores cantidades que el tabaco convencional. Y ya sabemos que la nicotina disminuye la saliva, lo que puede derivar en la irritación de las mucosas de la boca (también de las vías respiratorias y del aparato digestivo), lo que provoca sequedad bucal. Por su parte, el propilenglicol también incrementa la posibilidad de que se seque la boca.
  • Daño pulmonar.
  • Halitosis: no nos libramos del mal aliento ya que la nicotina y el resto de sustancias que consumimos al vapear, también provocan este efecto tan desagradable.
  • Enfermedades periodontales: vapear provoca inflamaciones y disminuye la capacidad de regenerar tejidos, lo que es sinónimo de infecciones como la periodontitis o la gingivitis. Además de encías retraídas, sensibilidad dental y mayor riesgo de sufrir la pérdida de un diente.
  • Más caries: el vapeo con sabor produce un efecto similar al de un refresco o un caramelo, con mayor posibilidad de provocar grietas en los dientes y la aparición de caries.
  • Más células muertas: los aerosoles aceleran el envejecimiento celular llegando a provocar su muerte y con ellas, más enfermedades de las encías.

Eso sí, es cierto que vapear mancha menos los dientes, pero también lo es que son muchos los colegios de odontólogos quienes han alzado su voz contra el hábito de vapear. Lo comparan con el tabaco tradicional y aseguran que los vapores que emanan producen un aerosol que puede tener partículas contaminantes como níquel, estaño o aluminio, entre otros.

¿La solución? Dejar de fumar

Sabemos que es fácil decirlo y no tanto llevarlo a cabo, pero no podemos ser ambiguos en este tema: fumar mata y perjudica tu salud. Dejar de fumar es el primer paso para comenzar a cuidarnos. Por su parte, los cigarrillos electrónicos no han demostrado su eficacia para abandonar este hábito y también conllevan riesgos, por lo tanto, nuestro consejo es claro: haz todo lo que esté en tus manos para cortar con esta costumbre que no te trae nada bueno. ¡Respira aire puro!

 

Foto de Stephen Hocking en Unsplash