Todas y cada una de las piezas dentales que tenemos en nuestra boca son necesarias. Están ahí por algún motivo y, en principio, como premisa, lo ideal es conservar esos dientes en nuestra boca sanos y fuertes. Sin embargo, hay situaciones en las que lo más conveniente es desprendernos de esas piezas. ¿Cuándo es el momento de extraer un diente? ¿Y cómo debe hacerse una buena extracción dental? Estas son las dos grandes preguntas que hoy responderemos para ti en el blog de la Clínica Dental Naturdent de Mario Caicedo.

¿Cuándo hay que extraer un diente?

Valoremos diferentes situaciones en las que debemos proceder a la extracción:

No es posible restaurar el diente: cuando la opción de recomponer la pieza no es viable, es el momento de pensar en extraerlo. Esto suele ocurrir cuando el diente está dañado, muy erosionado, tiene una fuerte infección o ha sufrido un golpe muy fuerte.

Riesgo de modificar negativamente la estructura de la boca: el clásico ejemplo nos remite a las muelas del juicio. Estas, por la propia evolución de la raza humana, están ya desapareciendo de la especie. Ya no cumplen la función para la que nacieron (triturar con fuerza la comida y la carne en tiempos prehistóricos) y son ya muchas las personas que nacen sin muelas del juicio. A su vez, la estructura de la mandíbula se ha ido transformando con el paso del tiempo y es ahora más pequeña. Por lo que, en este periodo de transición, todavía en muchas ocasiones nos encontramos con pacientes a quienes les salen las muelas del juicio pero, sin embargo, no tienen espacio suficiente para ellas en su boca. Si las dejamos salir, el riesgo de afectar a los dientes colindantes y el resto de la boca, es grande. Por ello, en estos casos se aconseja extraer las muelas del juicio.

Mandíbulas pequeñas o estrechas o falta de espacio entre los dientes: tiene de similar con el caso anterior que no hay espacio en la boca para albergar tantos dientes. Incluir una pieza más conllevaría que otras se apiñaran o movieran, con lo cual, en estas situaciones, también es aconsejable desprenderse de una o varias piezas.

Dientes muy dañados y deteriorados: hay veces en las que los dientes están tan en mal estado, que ya no cumplen su función con eficacia, repercutiendo en el masticado de la comida y, por ende, en la salud de las personas. En esos casos, hay que valorar la extracción de esos dientes dañados e ir pensando en implantes u otras soluciones.

Dientes con distintas patologías que producen dolor o irritación: en ocasiones, una simple caries puede destrozar por completo una pieza dental. Otras, una infección puede producir tal dolor, que extraer la pieza se presenta como la mejor opción para frenar el dolor y aliviar al paciente. Pero es precisamente en estos casos, cuando más esfuerzo hay que volcar en lograr eliminar el dolor y la infección, intentando salvar el diente. Pero, siendo muy conscientes de que hay ocasiones en las que esto no es posible. Siempre, siempre, siempre, debemos valorar el caso particular con un/a profesional de la odontología y, de este modo, encontrar la mejor solución.

Golpes y caídas: Existen impactos que rompen dientes y, a veces, tan solo queda en boca parte de la raíz o fragmentos de dientes astillados. Una vez que la valoración de reconstruir el diente no ha sido satisfactoria, procede extraer lo que quede de la pieza dental.

Cuando impide el paso de otro diente: ocurre en ocasiones en las dentaduras infantiles. El nuevo diente, el permanente, asoma, pero el diente de leche se niega a retirarse. Por lo general, el proceso se acompasa y el diente de leche cede y termina cayendo por sí solo. Pero hay casos en los que está completamente aferrado, no se mueve ni una pizca ni da señales de caerse solo y, con ello, está provocando que el diente permanente fuerce su salida por donde puede. Esto es, torcido, desviado y no en su posición ideal. En estas situaciones, tras haber dejado un breve periodo para comprobar que no cae por sí solo, es aconsejable retirar el diente de leche.

¿Cómo realizar una buena extracción dental?

De nuevo, insistimos: siempre acudiendo a un centro de odontología profesional. Esta operación precisa de una incisión en el hueso y en la encía y debe llevarse a cabo por un/a dentista o cirujano/a profesional y, bajo ningún concepto, dejar que lo realice ninguna otra persona. Además, debemos disponer de:

– El tratamiento de anestesia más adecuado para realizar la operación sin dolor y con la higiene necesaria. Aun cuando el paciente puede llegar a sentir cierta presión, el dolor no estará presente si la zona está adormecida.
– El uso de la mejor tecnología para realizar la extracción con precisión sin afectar las zonas anexas e identificar la mejor técnica. En ocasiones, las extracciones serán simples (generalmente, cuando el diente está a la vista) y, en otras, se necesitará de cirugía, principalmente cuando el diente no ha llegado a la superficie, está muy deteriorado bajo las encías o se encuentra tan dañado que no tiene estructura suficiente para poder arrancarlo en una sola pieza.
– Por supuesto, identificando con claridad la pieza que hay que extraer y proceder a matar el nervio en primer lugar.
– Asegurarse de que la posición del paciente es ergonómica y se encuentra lo más cómodo posible.
Taponar la zona en cuanto se ha producido la extracción.
Tratar el área preparando ese espacio para el siguiente paso, sea un implante o, simplemente, dejar la zona libre para que cicatrice.
– Facilitar un enjuague y correcta limpieza, así como los consejos para los cuidados en las próximas horas.
– Prestar máxima atención en el post operatorio para garantizar una correcta recuperación y valorar la toma de medicamentos analgésicos o antiinflamatorios con el fin de aliviar el dolor, siempre bajo el consejo de un profesional de la salud.
– En esa recuperación, evitar fumar, cepillar con fuerza la zona, comer productos muy duros o picantes o ácidos.

Una extracción de un diente es un proceso realmente sencillo y eficaz, pero en el que hay que contar con la garantía de la profesionalidad y del máximo cuidado, así que, lo mejor es ponerse en buenas manos. Y, por supuesto, si tienes cualquier pregunta al respecto, no dudes en llamarnos, escribirnos o contactar con nosotros. ¡Nos encantará atenderte!

 

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