Descubre las razones que te llevarán a comer alimentos duros.

Siempre se ha dicho que no es bueno comer alimentos duros, que pueden dañar nuestros dientes y que es mejor evitarlos. Pero, ¿es cierto o se trata de una leyenda urbana más? Hoy, en este artículo, desmitificamos las maldades de los alimentos duros y nos lanzamos a reivindicarlos.

¿Por qué hay que comer alimentos duros? Un poco de historia…

Desde que se conoce nuestra especie, el ser humano ha comido alimentos duros. En la prehistoria, cazábamos presas, las comíamos crudas y recolectábamos frutos y bayas. En esos primeros tiempos, nuestra dentadura era fuerte y robusta y estaba acostumbrada a rasgar los alimentos. Era, con todas las de la ley, nuestra herramienta natural para triturar, cortar y desmenuzar los animales y frutos que la Naturaleza nos brindaba. De hecho, no es casualidad que en la mandíbula se encuentren algunos de los músculos más fuertes del organismo, junto con los dientes, la estructura más dura de todo nuestro cuerpo.

Sin embargo, con el paso de los años, la aparición del fuego y el hábito de cocinar los alimentos, así como el manejo de la piedra y el metal para fabricar instrumentos como los cuchillos, dejamos de utilizar nuestros dientes de ese modo.

Cada vez, los alimentos que nos llevamos a la boca son más blandos y, de hecho, como la Naturaleza es sabia, la propia evolución del ser humano está llevando a la desaparición de las muelas de juicio o a su mal posicionamiento dentro de los maxilares, por falta de desarrollo de los mismos. Lo cierto es que ya no necesitamos las muelas de juicio como antaño y son muchas las personas que, directamente, nacen sin ellas.

Toda esta evolución la podemos considerar plenamente positiva para nuestro bienestar, sin embargo, en los últimos tiempos la estamos llevando a tal extremo, que nos enfrentamos al riesgo de terminar por perjudicar nuestra salud bucodental, limitando las funciones que nuestro organismo necesita para un correcto desarrollo.

Momento actual

Recorramos los lineales de un supermercado. En sus baldas, cada vez encontramos más alimentos blandos, licuados, bebibles y fáciles de comer, pero ¿estamos en la senda correcta? En vez de fruta, tomamos zumos; o compramos envases con la fruta ya pelada y troceada; los yogures son cada vez más líquidos; los frutos secos, vienen sin cáscara; los filetes, cada vez más tiernos… Hasta venden pipas peladas y sandías sin pepitas. Todo fácil y listo para consumir sin esfuerzo alguno.

Por si fuera poco, tenemos la costumbre de comer siempre con un vaso de agua, vino o cerveza cerca, de manera que es muy común utilizar estos líquidos para regar la comida y tragarla con más facilidad. De nuevo, ley del mínimo esfuerzo.

Ahora bien, ¿tienen estas tendencias algún riesgo?

Los peligros de la ausencia de alimentos duros

¿Qué ocurre cuando dejamos una temporada de ir al gimnasio o hacer ejercicio? Nuestros músculos pierden fuerza y firmeza, elasticidad y, como resultado, nos encontramos más rígidos, menos tonificados y más «blanditos». Pues bien, lo mismo pasa con nuestra boca: si no la ejercitamos, esta se debilita, perdiendo cualidades.

Esta es tan solo una de las razones por las que, desde la Odontología Biológica (OB-RMR) que impulsamos desde Clínica Dental de Naturdent de Mario Caicedo, estamos promocionando la alimentación con alimentos duros para todas las edades, pero muy en especial, entre los más peques.

¿Qué beneficios tiene masticar alimentos duros?

Descubramos las bondades de incluir alimentos duros en tu dieta:

– Ejercitas la musculatura
Mantienes a tono el juego de mandíbula, sus tejidos y estructura.

Fortaleces tus dientes
Masticar alimentos duros implica un mayor esfuerzo por parte de tus dientes, una especie de «entrenamiento» que fortalece la estructura dental y contribuye a una mayor resistencia.

– Estimulas las encías
Los alimentos duros no solo benefician a los dientes, sino también a las encías. Al masticar alimentos resistentes, se promueve una mayor circulación sanguínea en las encías, lo que puede ayudar a mantenerlas más saludables y reducir el riesgo de enfermedades periodontales.

– Promueves la salivación
Masticar activa la salivación y, con ella, la producción de enzimas que harán más sencilla la digestión. Triturar un alimento duro necesita más tiempo y esfuerzo, de modo que con ellos «fabricarás» más saliva.

– Facilitas la digestión
¿Sabías que en la boca puedes hacer la mitad del trabajo de la digestión? Masticar de forma bilateral (por los dos lados) y de forma enérgica y consciente es la parte más importante de todo el proceso digestivo. Comer de este modo garantiza que a tu estómago llegue el alimento en un estado perfecto para sacarle el máximo provecho y no dañar el organismo, de manera que masticar bien es invertir no solo en una buena digestión, sino en aprovechar al máximo las propiedades, vitaminas y cualidades de la comida sin fatigar al aparato digestivo.

Por su parte, masticar alimentos duros implica una mayor actividad de la mandíbula y una trituración más efectiva capaz de descomponer los alimentos en partículas más pequeñas, facilitando la absorción de nutrientes en el tracto digestivo.

– Favorece el desarrollo muscular y esquelético de los niños
Si en edad infantil no se ejercita la mandíbula y los niños y niñas no se «pelean» con alimentos duros como manzanas, lonchas de jamón, etc., su desarrollo muscular masticatorio se resentirá. De hecho, muchos de los casos tempranos de ortodoncia en niños se producen porque no han desarrollado su aparato masticatorio ya que comen más alimentos blandos y mastican menos, abonando el campo para que aparezcan apiñamiento de dientes.

Pero además, masticar alimentos duros, por los dos lados (importante), favorece un desarrollo muscular y óseo fuerte, equilibrado y armónico que no se queda únicamente en nuestra boca, sino que repercute en el resto del organismo. Y es que está comprobado que masticar de forma unilateral produce un desequilibrio no solo entre el lado «débil» y el «fuerte» de nuestra boca, sino que ese desequilibrio termina por afectar al resto de nuestro cuerpo.

– Ayudan a tener el peso bajo control
Como los alimentos duros suelen requerir más tiempo y esfuerzo para ser masticados, pueden generar una sensación de saciedad más rápida y, con ella, un consumo menor de calorías.

Así que, como es mucho lo que nos jugamos, empecemos por la boca.

¿Cómo debemos entonces comer los alimentos duros?

De manera calmada. Para ello:

Mastica despacio.
○ Por los dos lados.
○ De forma consciente.
○ Invierte tiempo hasta asegurarte de haber triturado bien el alimento (mastica cada bocado aproximadamente entre 12-15 veces por lado).
○ Consume alimentos duros, pero siempre sin abusar: una cuestión es ejercitar tu mandíbula y boca y otra es castigarla con un trabajo excesivo. Si lo haces, te arriesgas a sufrir un desgaste de los dientes así como dolor en las articulaciones.
Cuida tu higiene para evitar que restos de estos alimentos queden entre tus dientes.

¿Qué tipo de alimentos duros te recomendamos?

Por ejemplo:

Fruta a bocados: manzana, naranja, pera, etc.
Lonchas de jamón serrano en vez de embutidos más blandos, filetes en vez de hamburguesas, etc.
Frutos secos duros, pero siempre con cuidado de no dañar el esmalte o posibles implantes. Si te resultan demasiado duros, tritúralos ligeramente, pero no dejes de tomarlos.
Alimentos con fibra, que suelen tener una textura más firme.

 

 

Foto de Jonas Kakaroto en Unsplash