Pocos dolores como el dolor de muelas resultan tan molestos. La imagen de una persona con la mejilla inflamada y el gesto apesadumbrado es típica para representar un dolor de muelas, pero quien los ha vivido, sabe que van más allá.  Pueden llegar a ser desesperantes y el dolor es intenso, con ráfagas y muy agudo. Por ello, hoy queremos ofrecerte información práctica y clara de qué debes hacer si tienes dolor de muelas, cómo amainarlo y desterrar algunos de los mitos que circulan por ahí en torno a esta dolencia.

1. Acude a tu odontólogo.

Si una muela duele, es porque algo no funciona bien. Es posible que exista inflamación, una infección u otro problema de mayor envergadura. Sea como sea, necesitas la ayuda de un especialista para identificar lo que ocurre y ponerle solución. Así que no lo pienses: llama a tu dentista. Si lo dejas pasar, ocurre como con los dolores de cabeza: el dolor de muelas siempre va a más.

2. Mientras esperas la cita con el dentista, procura calmar tu dolor, pero no te automediques.

Caer en la tentación de autorrecetarnos un medicamento puede hacer que nuestro cuerpo termine por no reaccionar ante esas sustancias. Consulta a tu odontólogo, médico de cabecera, enfermero o farmacéutico, antes de tomar nada.

Entre los medicamentos que quizá se te pasen por la cabeza, destacamos:

  • Analgésicos y antiinflamatorios: el ibuprofeno y el paracetamol son fórmulas mágicas para reducir la hinchazón y mitigar el dolor, sin embargo, es muy importante que no abuses de ellos o terminarás por necesitar grandes cantidades para lograr un efecto mínimo.
  • Antibióticos: jamás los tomes sin receta médica, ni para un dolor de muelas, ni para ninguna otra causa. Un antibiótico supone una respuesta muy eficaz para ciertas dolencias, pero siempre bajo supervisión médica. El tratamiento debe completarse en su totalidad y ser tomado siguiendo de forma literal las indicaciones dadas por el profesional de la salud. Tomar antibióticos a la ligera produce efectos secundarios indeseados y, además, genera resistencias que, a posteriori, impedirán que el antibiótico funcione adecuadamente inutilizándolo.
  • Sprays anestésicos: pueden ser una solución temporal mientras esperamos la visita al dentista, pero no hay que pasarse con ellos ni utilizarlos muchos días. Reducen el dolor, pero no curan, y siempre debemos ir a la raíz del problema.

3. Mucho cuidado con los remedios caseros.

Como todos, algunos de ellos funcionan… y otros son simples patrañas. Aprende a distinguirlos.

Entre los que pueden aliviar el dolor, se encuentran:
  • Aplicar frío, calmando la zona y bajando la hinchazón. Eso sí, poniendo un paño entre la bolsa de frío y la mejilla y evitando el contacto directo con la piel.
  • Los enjuagues de agua con sal, mezclando agua templada con una cucharadita de sal.
  • El aceite de clavo, aplicándolo con un algodón por el área afectada o introduciendo un clavo de olor y chupándolo como si se tratara de un caramelo. Tiene ciertas propiedades analgésicas, pero, eso sí, muy pequeñas.
  • La menta, bien en aceite o en infusión. En este caso, espera a que la bolsita esté tibia y colócatela en la zona dolorida. O enfríala en el congelador y aplícatela.
Los mitos que hay que desterrar son:
  • La aspirina machacada. A la aspirina se le atribuyen muchos efectos que tan solo han conducido a un consumo exagerado. La aspirina no te ayudará con el dolor de muelas y, en cambio, puede producirte efectos negativos.
  • Agua oxigenada. No solamente no es buena para el dolor de muelas, sino que puede dañar tus dientes.
  • Dientes de ajo, jengibre, pepino, perejil… Son alimentos fantásticos, pero aun cuando la fama les acompaña, no nos curan el dolor de muelas.
  • Whisky. El alcohol fue el primer anestésico y es evidente que duerme la zona, pero «emborracharse» no es la solución. Tampoco los enjuagues de whisky, que resultan inefectivos.

4. Valora todas las opciones.

La extracción de la muela es una de las opciones que pueden solucionar el problema. Sin embargo, la tendencia actual camina por tratar de conservar cuantas más piezas dentales, mejor. Por ello, valora siempre todas las alternativas posibles dejando como última opción la de quitar la muela. Cada pieza cumple su función y forma parte del engranaje que conforma nuestra boca y mandíbula. Prescindir de una pieza conlleva buscar de nuevo el equilibrio… y no siempre es fácil.

5. Ten paciencia.

Sabemos que es fácil decirlo y difícil llevarlo a cabo, pero debes saber que el dolor de muelas tiene fin. Recordarlo, quizá te ayude en los peores momentos.

6. Cuida tu boca, cuida tu higiene.

Para prevenir infecciones y dolores, lo mejor es realizar una cuidada higiene bucal, realizando lavados al menos tres veces al día con un buen cepillado y pasta fluorada, utilizar cinta dental, limpiar con especial cuidado el espacio interdental y reducir el consumo de azúcar.

Si te duele, llama.

Con todo lo dicho, tenlo claro: si te duele una muela, llama a tu dentista y descubre el origen del problema. Solo de este modo lograrás atajarlo y no enmascararlo. En el intervalo, ármate de paciencia y prueba con alguna de las opciones que te hemos descrito para aliviar el dolor. ¡Pronto dejará de dolerte!

 

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