¿Sabes cuánto y cómo repercute el estrés en tu boca? Descúbrelo en este artículo.

Que el estrés es malo es una obviedad científicamente demostrada. Se han estudiado y comprobado multitud de efectos negativos del estrés en partes tan dispares de nuestro organismo como el estómago, la cabeza o el sistema muscular. Dificulta el sueño, la correcta evolución de muchas enfermedades y, además, es incluso el detonante de que, en el futuro, padezcamos ciertas patologías tanto físicas como mentales. Pero además, como no podía ser de otro modo, también influye en nuestra boca. Por ello hoy, desde Clínica Dental Naturdent de Mario Caicedo, analizamos cómo el estrés repercute en la salud bucal.

¿Qué significa padecer estrés?

Sufrir estrés o encontrarse en un estado de ansiedad implica, desde la fisiología, estar en modo “simpático”. Es decir, es el sistema nervioso simpático el que está en activo promoviendo la producción de adrenalina y cortisol. Estas hormonas son sustancias beneficiosas para nuestro organismo, pero en exceso resultan perjudiciales para la salud en general.

¿Qué efectos tiene el estrés y la ansiedad en nuestra salud bucodental?

Un estado mantenido de tensión y nervios puede hacer mella también en nuestra boca. Reflejamos algunas de las huellas que el estrés deja en la boca:

– Sequedad bucal o xerostomía

El estrés dificulta la segregación de saliva y el resultado deriva en bocas secas, sin saliva. Es importante recordar que la saliva es crucial para neutralizar los ácidos y proteger los dientes contra la caries, de manera que la falta de saliva aumenta el riesgo de caries y enfermedades de las encías.

– Problemas en las encías

El estrés crónico, además, puede debilitar el sistema inmunológico, lo que incrementa el riesgo de inflamación de las encías (gingivitis) y, en casos más graves, de enfermedad periodontal. La periodontitis no solo puede causar la pérdida de dientes, sino que también se ha relacionado con problemas de salud sistémica, como enfermedades cardíacas y diabetes.

– Dolor mandibular

La tensión hace que contraigamos nuestros músculos y la mandíbula sufre las consecuencias. El dolor hace acto de presencia.

– Bruxismo y dientes desgastados

Esa misma tensión provoca que apretemos los dientes con excesiva fuerza o que rechinemos (frotarlos de forma repetida), incluso cuando dormimos. Mantener este hábito involuntario de forma prolongada ocasiona un desgaste de los dientes, que se van limando poco a poco, empequeñeciéndose por momentos, dañando el esmalte dental y provocando sensibilidad y dolor en los dientes

– Adquisición de hábitos bucales perjudiciales

Cuando el estrés se instala en nuestra vida, hay personas que recurren a hábitos bucales perjudiciales como morderse las uñas, masticar lápices o fumar, como mecanismo para aliviar la ansiedad. Estos hábitos pueden dañar los dientes y las encías, aumentando el riesgo de infecciones y enfermedades bucodentales.

– Reducción del esmalte

Una de las causas que motiva la reducción del esmalte proviene de una fricción excesiva a la hora de lavarnos los dientes. Cuando estamos estresados, estamos tan nerviosos y ansiosos, que no medimos la fuerza y tendemos a ejercerla más de la cuenta, pudiendo dañar nuestro esmalte dental.

– Mala higiene bucal

La ansiedad y el estrés provoca que vayamos a mayor velocidad por la vida y que no prestemos atención a lo que hacemos. Nuestra higiene bucal puede resentirse, ya que no le dedicamos la atención que requiere. La dejadez y la falta de limpieza aparecen.

– Caries y otras enfermedades

Cuando el estrés nos invade, comemos peor y cocinamos menos, de manera que somos más propensos a ingerir alimentos precocinados, de fácil ingestión, a menudo ricos en azúcar y carbohidratos refinados y de peor poder nutritivo y también a picar entre horas. Estos alimentos no solo pueden contribuir a la caries dental, sino que también pueden alterar el equilibrio de la microbiota oral, potenciando el peligro de que aparezcan enfermedades bucodentales.

¿Cómo podemos proteger nuestra sonrisa del estrés?

La respuesta es simple, pero no fácil: combatiendo el estrés. Cuidar de tu salud mental y física, aportar calma a tu vida, practicar técnicas de relajación y una vida saludable, te ayudarán a frenar la ansiedad. Por supuesto, si lo necesitas, siempre puedes pedir apoyo profesional.

El estrés y la ansiedad nos afectan más de lo que pensamos y debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para vivir de forma más tranquila. Tu salud general y la de tu boca lo agradecerán.

 

Foto de Luis Villasmil en Unsplash